Confinamiento + viajes a la nevera = hambre emocional no resuelto

Estos días que #yomequedoencasa, son y serán difíciles para todos. Los viajes a la nevera y la despensa van a ser muy frecuentes para matar ese aburrimiento, o ese nerviosismo por la incertidumbre, o ese cabreo que sentimos al ver las noticias, o la pereza por cocinar o la apatía de no hacer nada.

Toda esta situación a muchos nos hace que comamos más y peor. Además, el hambre emocional se agrava si en tu despensa has hecho acopio de productos como bollería, galletas, cereales azucarados, patatas, y ultraprocesados en general. Pero tampoco hace falta que tengamos todo eso, ya que nos puede llegar también aún teniendo alimentos muy saludables, como pan, frutos secos, aguacate, fruta, etc. El mero hecho de comer o comer grandes cantidades, reconforta.

A mi me pasa, le estoy dando unos viajes al bote de almendras, pasas y arándanos, que no os lo podéis imaginar. Y la hogaza de pan congelado tiembla cada vez que abro el congelador… Si, yo también tengo #hambreemocional.

Con esto quiero lanzar un mensaje de tranquilidad (y solidaridad) a todas esas personas que os sentís así. No estáis solos. Tenemos hambre emocional, pero está en nuestras manos y en la manera de gestionar nuestras emociones el mitigarlo o superarlo.

¿Cómo podemos reducir los viajes a la cocina cuando estoy mucho tiempo en casa?

  1. No evitar. El picoteo quizás no lo podamos evitar, pero si lo podemos reducir o posponer. Si nos prohibimos, vamos a generar mayor necesidad sobre ese alimento.
  2. Retrasando el picoteo y no dejando a la impulsividad que nos controle, conseguiremos reducir el picoteo, controlarlo o hacer una elección más saludable.
  3. Identificar el hambre y la emoción. ¿Hay vacío en el estomago? ¿Hay necesidad de no parar de comer aún habiendo comido lo suficiente? ¿Es hambre emocional o real? ¿Qué emoción está pidiendo comer?
  4. Si al final la necesidad de picar nos puede, utilizando cuencos o platos podremos controlar mejor las cantidades. No lo comemos directamente en la cocina, lo dejaremos en la mesa que tengamos al lado y lo comeremos con tranquilidad, dejando pausas entre bocados. masticando bien. Además nos llevamos un vaso de agua, y beberemos entre bocados. Dándonos más tiempo de lo que solemos hacerlo.
  5. Planificar las comidas. Una buena manera ganarle al hambre emocional es organizando las comidas de la semana o del día. Cuantas veces a la semana hacer legumbres, arroz, pasta, con qué verduras y con qué proteínas. También ayudará a tener cierto control de nuestra despensa y nevera.
  6. Seguir nuestra rutina o pauta de comidas en la medida de lo posible. Si solemos comer dos o tres piezas de fruta al día, continuamos priorizando esas frutas antes que cualquier picoteo, aunque el cuerpo parece que nos pida dulce. Si solemos hacernos la comida la noche de antes, continuamos haciéndolo así.
  7. Seguir con el horario habitual de comidas. Así evitaremos picoteos innecesarios.

Espero que mis palabras os hayan aportado algo de luz. Mucho ánimo a todos. ¡Saldremos de esta!