Estos días que #yomequedoencasa, son y serán difíciles para todos. Los viajes a la nevera y la despensa van a ser muy frecuentes para matar ese aburrimiento, o ese nerviosismo por la incertidumbre, o ese cabreo que sentimos al ver las noticias, o la pereza por cocinar o la apatía de no hacer nada.
Toda esta situación a muchos nos hace que comamos más y peor. Además, el hambre emocional se agrava si en tu despensa has hecho acopio de productos como bollería, galletas, cereales azucarados, patatas, y ultraprocesados en general. Pero tampoco hace falta que tengamos todo eso, ya que nos puede llegar también aún teniendo alimentos muy saludables, como pan, frutos secos, aguacate, fruta, etc. El mero hecho de comer o comer grandes cantidades, reconforta.
A mi me pasa, le estoy dando unos viajes al bote de almendras, pasas y arándanos, que no os lo podéis imaginar. Y la hogaza de pan congelado tiembla cada vez que abro el congelador… Si, yo también tengo #hambreemocional.
Con esto quiero lanzar un mensaje de tranquilidad (y solidaridad) a todas esas personas que os sentís así. No estáis solos. Tenemos hambre emocional, pero está en nuestras manos y en la manera de gestionar nuestras emociones el mitigarlo o superarlo.
¿Cómo podemos reducir los viajes a la cocina cuando estoy mucho tiempo en casa?
Espero que mis palabras os hayan aportado algo de luz. Mucho ánimo a todos. ¡Saldremos de esta!
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