Empachar al hambre emocional

Si buscas en Google “alimentación emocional”, te saldrán miles de referencias. Se dice que la alimentación emocional es ese impulso o necesidad de comer para llenar algún vacío emocional. Ejemplos hay muchos, como el comer chocolate cuando nos sentimos tristes, comer con ansia o sin control. Pero la alimentación emocional es mucho más que eso.

La alimentación en si, tiene varias funciones, que podríamos diferenciar en: fisiológica, ya que nos aporta nutrientes y energía y nos ayuda a recuperar reservas, crear tejidos, hormonas, etc., y la cultural o social , que nos ayuda a relacionarnos, a socializar, a dar ejemplo, a crear y continuar tradiciones, a integrarnos en una comunidad o grupo social, y la psicológica, que ayuda a crear el comportamiento alimentario y la identidad alimenticia.

Como nutricionista, mi labor es centrarme en el papel fisiológico de la alimentación, pero no podemos olvidar que somos un conjunto, por lo tanto, debemos ver la alimentación como un todo.

¿Es posible comer sin emociones?

La parte fisiológica de la alimentación interactúa con el resto y ayuda a modular un comportamiento alimentario. Es por ello por lo que mis compañeras Mercedes Castilla y María Bermejo, psicólogas clínicas, y yo, creemos que la alimentación es siempre emocional.

Pero cuidado, esto no quiere decir que sea malo. Tan solo decimos que cuando comemos, nos sentamos acompañados de emociones y sentimientos.

Por otra parte, lo que consideramos como «lo malo” de la alimentación emocional, es lo que nosotras llamamos hambre emocional, que es diferente del hambre real o fisiológico.

El hambre emocional es el hambre que sentimos cuando, independientemente de si nuestras funciones fisiológicas están cubiertas o no, sentimos una necesidad por comer determinados alimentos o platos o formas de preparación, para sentirnos mejor. Esto es, provocado por las emociones, que deciden qué es lo que debes comer para sentir placer.

Psicología, emociones y alimentación

Mercedes y María, nos explican que, desde el ámbito de la Psicología, se han estudiado científicamente las emociones, qué son, dónde y por qué se producen y cómo influyen en nuestra forma de pensar y actuar.

El triple sistema de respuesta humano nos confirma que los pensamientos, las emociones y los comportamientos que emitimos están íntimamente relacionados, es decir, aquello que pensamos, influye en lo q sentimos y por tanto condiciona nuestra conducta posterior.

Si aplicamos este fenómeno al concepto ampliamente reconocido de Alimentación Emocional, podríamos decir que surge un juego racional dónde lo que pienso y cómo me siento influye en lo que como y la forma en la que lo hago. Por ejemplo: llegar a casa tarde después de un día de trabajo duro y evadirme de las frustraciones laborales con una ingesta desmesurada de dulces. Este es un claro ejemplo de déficit en el manejo emocional en la alimentación.

¿Es posible entonces aprender a gestionar las emociones para que no nos perjudiquen a nivel nutricional? ¿Se puede conseguir tener una alimentación emocional saludable?

Desde la Psicología y la nutrición, la respuesta es sí.

La alimentación emocional saludable sería aquella en la que nuestras emociones están presentes cuando comemos, pero tenemos una gestión adecuada de las mismas, sin que ellas decidan qué comer, cuánto y cómo y para qué comer, para sentirnos mejor. Y, ¿por dónde empezar?

  • Primero, el tener una base de alimentación variada donde primen las verduras, hortalizas, frutas, cereales integrales, legumbres, tubérculos y grasas saludables, es esencial.
  • Cuidar el consumo de azúcares añadidos, alimentos muy ricos en grasas o alimentos muy sabrosos o salados, puesto que éstos nos desestabilizan tanto a fisiológico como emocional (sistema de recompensa).
  • Atender nuestros niveles de hambre y saciedad, para detectar si estamos llenos o no, y actuar en consecuencia de ello
  • Aprender a parar, a identificar las emociones, a ponerles nombre y a generar una respuesta sana como solución de problema forman parte del aprendizaje de dicha gestión emocional.

Si te ha picado la curiosidad y te apetece indagar más en la alimentación emocional escríbeme al email info@alimentacionemocional.es. Si necesitas ayuda con tu cambio de hábitos y tu alimentación puedes pedir cita pinchando aquí. Y si te interesa contactar con María Bermejo y Mercedes Castilla, te dejo aquí su web donde encontrarás más información de servicios, contacto y tarifas.

¿Alguna vez has sentido hambre emocional? ¿Cómo has hecho frente a esa situación? Si quieres, deja un comentario, estaré encantada de leerte.